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¿Eres tu Maria?




Estamos viviendo una época donde las personas deciden vivir en unión libre, donde el pensar es: que si no funciona no contraen  obligaciones ante las leyes de sus respectivos países.

Vivimos en una época en que algunas madres se pierden en el cuidado de sus hijos olvidándose de si mismas  y de su marido. 

ADAPTACIONES EN EL MATRIMONIO
Es… el momento de que los corazones muestren comprensión, de  hacer una autoevaluación y de desarrollar sentido común,razonamiento y planeamiento.

Presidente Spencer W. Kimball
“Dos personas que han recibido diferente formación, después de la ceremonia se dan cuenta de que es necesario hacer frente a la dura realidad. Llega a su fin la vida de fantasía, y debemos dejar de andar por las nubes y asentar los pies en la tierra. Se deben asumir las responsabilidades y aceptar los nuevos deberes; se tendrán que abandonar algunas libertades personales y efectuar muchos ajustes desinteresados.
“Luego de la ceremonia, uno empieza a darse cuenta muy pronto que el cónyuge tiene debilidades que antes no se habían descubierto o revelado. Las virtudes que constantemente eran magnificadas durante el cortejo parecen hacerse más pequeñas, mientras que las debilidades que antes parecían tan pequeñas e insignificantes alcanzan proporciones considerables. Es ése el momento de que los corazones muestren comprensión, de hacer una autoevaluación y de desarrollar sentido común, razonamiento y planeamiento. Los hábitos de años empiezan entonces a revelarse: el cónyuge puede ser tacaño o derrochador, ocioso o trabajador, piadoso o irreligioso; o tal vez sea bondadoso y servicial o malhumorado e iracundo, exigente o generoso, egotista o tímido. El problema de los parientes políticos recibe un mayor relieve, y la relación del cónyuge con ellos se magnifica nuevamente” (véase Liahona, junio de 1978, págs. 2–3).
Élder Harold B. Lee

Si [los jóvenes] “toman la resolución, desde el momento en que contraen matrimonio, de que desde allí en adelante harán todo lo que esté a su alcance por complacerse el uno al otro en todo lo que sea correcto, incluso hasta llegar al sacrificio de sus propios placeres, de sus propios apetitos, de sus propios deseos, el obstáculo de la mutua adaptación en la vida matrimonial se arreglará por sí solo y su hogar será verdaderamente un hogar feliz. El gran amor se edifica sobre el gran sacrificio, y el hogar donde se vive a diario el principio del sacrificio por el bienestar del uno y del otro es el hogar en el que reina un gran amor” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Harold B. Lee, págs. 121–122). La adaptación a los parientes políticos Presidente Spencer W. Kimball)                     

“Es beneficioso que las parejas encuentren su propia casa, separada y alejada de los parientes políticos de ambos lados de la familia. Puede que la casa sea modesta y sencilla, pero sigue siendo un domicilio independiente. La vida matrimonial de ustedes debe ser independiente de la de los padres, sean del marido o de la mujer; ámenlos más que nunca; atesoren el consejo de ellos; aprecien la relación que tienen con ellos; pero vivan su propia vida, gobernados por sus propias decisiones, mediante sus propias consideraciones llenas de oración, después de recibir el consejo de los que lo deben brindar. El allegarse no significa simplemente ocupar la misma casa; significa unirse estrechamente, andar juntos: “ ‘Por tanto, es lícito que… los dos [sean] una sola carne, y todo esto para que la tierra cumpla el objeto de su creación; ‘y para que sea llena con la medida del hombre,conforme a la creación de éste antes que el mundo fuera hecho’ (D. y C. 49:16–17)” (véase Liahona,
junio de 1978, págs. 2–3).



Marta y María


En una de sus visitas a Betania, pequeña aldea a unos tres kilómetros de Jerusalén, Jesús se hospedó en el hogar de dos hermanas, Marta y María. Marta era la ama de casa, y por tal razón asumió la responsabilidad de recibir debidamente al distinguido Huésped. Mientras se afanaba con los preparativos y “se preocupaba con muchos quehaceres”—todo ello con la buena intención de dar comodidad y hospedaje a Jesús—María estaba sentada a los pies del Maestro escuchando sus palabras con atención reverente. Marta, turbada por el mucho trabajo, entró y dijo: “Señor, no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.” Se dirigió a Jesús, pero realmente le hablaba a María. Momentáneamente había perdido su tranquilidad preocupándose indebidamente por detalles insignificantes. Es razonable inferir que Jesús gozaba de cierta intimidad con la familia, de lo contrario esta buena mujer difícilmente habría solicitado su ayuda en un pequeño asunto de quehaceres domésticos. El Señor contestó su queja con notable ternura: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” (Jesús el Cristo. Cap. 26)
La hermana Barbara Smith dijo lo siguiente sobre la ocasión en que el presidente Hinckley y su esposa, acompañados por sus hijos, celebraban sus bodas de oro y el se encontraba en el desempeño de una asignación:
“Cuando en una noche de funciones típicas el presidente Hinckley quedaba exhausto después de una serie de reuniones y de cenar con líderes locales, la hermana Hinckley los acompañaba un rato mientras conversaban, y después, disimuladamente, se levantaba de la mesa para asegurarse de que su familia se encontrara bien. Uno puede apreciar la manera especial en que, a través de los años, la hermana Hinckley ha podido ocuparse de atender las necesidades de sus hijos sin descuidar al mismo tiempo el apoyo que debía dar a las responsabilidades de su esposo en el reino de nuestro Padre” (Barbara B. Smith y Shirley W Thomas, Women of Devotion, Salt Lake City: Bookcraft, 1990, pág. 5).
¡Cuan magnifico es el ejemplo que ofrece esta excelente hermana a las esposas de los líderes del sacerdocio en todo el mundo!
Considerando todas las responsabilidades que el servicio a la Iglesia impone sobre su familia, la hermana Hinckley ha sabido mantener siempre el equilibrio entre sus dos llamamientos eternos: el de esposa y el de madre. Y su éxito como madre se evidencia en la vida de sus propios hijos, Dick, Clark, Kathleen, Virginia y Jane. Cada uno de ellos es un verdadero crédito para sus padres.


                        
La hermana Hinckley ha dicho lo siguiente en cuanto a la maternidad:

“Quiero dirigirme primero a las madres de niños pequeños. Esta es una época de oro para ustedes, años en los que probablemente harán la obra mas importante de su vida. No desaprovechen el tiempo que deben dedicar a criar a sus hijos. Mientras hacemos otros planes la vida pasa y las oportunidades se pierden. Esta es la gran oportunidad que tienen ustedes para edificar el reino. Al enseñarles a sus hijos que deben amar a nuestro Padre Celestial, habrán hecho una de las cosas mas importantes de su vida. Si pueden dedicar todos sus días al hogar, agradézcanlo; si no pueden hacerlo, deben por lo menos tratar de dedicarle el mayor esfuerzo posible. Por mi parte, yo nunca he sentido la necesidad de disculparme por ser un ama de casa. Estos son días muy atareados para ustedes.

Yo he podido ver a muchas mujeres en diversas circunstancias; en China, muchas mujeres trabajan reparando carreteras; en Europa, muchas trabajan en los campos; en Asia, otras barren las calles. Pero, en mi opinión, las mujeres mormonas son de las trabajadoras mas dedicadas del mundo: siembran huertos, envasan frutas y legumbres, confeccionan su ropa y salen de compras con espíritu ahorrativo. asimismo, participan en obras de caridad, cocinan para sus vecinos cuando están enfermos, cuidan a sus padres ancianos, acompañan a los lobatos en sus excursiones campestres, alientan a sus niños en los deportes, se sientan junto a la hijita cuando esta practica el piano, hacen la obra del templo y dedican tiempo a la historia familiar. Las observo con orgullo cuando van a la Iglesia los domingos-a veces a las ocho y media de la mañana con sus hijitos acicalados y los brazos cargados de materiales para las clases que enseñarán a los hijos de otras madres.

Limpian su casa con muy poca o ninguna ayuda doméstica, y luego se arreglan para recibir primorosas al esposo cuando este llega a la casa después del trabajo. Pero recuerden, mis queridas amigas, que hoy están haciendo lo que Dios les ha encomendado . Esten agradecidas por tener esa oportunidad”
(As Women of Faith, Talks Selected from Brigham Young University Women’s Conferences, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1989, pág. 5). 


Lectura complementaria:

Una Dama Selecta

Hablen, escuchen y amen Por Mark Ogletree

Marta y María




1 comentario:

  1. Pondre a Martha en segundo lugar, mi familia lo vale, que hermoso post, ojala y sea compartido por muchos, muchas muejres lo agradeceran.

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