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TESOROS








...Los Santos de los Últimos Días tenemos el deber de pensar y reflexionar, de leer la palabra de Dios y de tratar de comprender nuestra condición, posición y responsabilidad ante el Señor . El mundo está lejos del Señor. Nosotros mismos estamos demasiado alejados de Él como pueblo...


Pensamos algunas ocasiones que por estar cada domingo en la capilla, o porque se paga un diezmo, ofrendas de ayuno, etc. Ya esta hecho todo y estamos cerca del señor, NO, no es así, si aun en nuestro corazón y mentes existen sentimientos y pensamientos negativos hacia nuestro prójimo.



...Debemos acercarnos a Él y esforzarnos por obtener el Santo Espíritu para que, al leer las revelaciones de Dios, podamos hacerlo con el mismo Espíritu con que fueron escritas. Entonces comprenderemos el [significado] que tenían al ser entregadas a los hijos de los hombres.

El diablo anda suelto por la tierra y tratará de destruir a tantas personas como pueda. Escudriñen las Escrituras que hemos recibido directamente, así como las que contiene la Biblia, y aprendan a comprender la intención y la voluntad de Dios, lo cual podemos hacer si las leemos teniendo en nuestro interior la luz del Santo Espíritu, preparándonos de ese modo para lo que ha de sobrevenir . Todas estas cosas [los principios que se enseñan en las Escrituras] son verdad. Debemos estudiarlas, atesorarlas en el corazón y ponerlas en práctica en nuestra vida diaria.


...A lo largo de las épocas, el Padre Celestial ha inspirado a hombres y mujeres escogidos para encontrar, mediante la guía del Espíritu Santo, las soluciones a los problemas más perplejos de la vida. Él ha inspirado a Sus siervos autorizados a registrar esas soluciones en una especie de manual para aquellos de Sus hijos que tuviesen fe en Su plan de felicidad y en Su Amado Hijo Jesucristo. Nosotros tenemos al alcance esa guía por medio del tesoro que llamamos libros canónicos: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio.
Debido a que las Escrituras se originaron de la comunicación inspirada del Espíritu Santo, son verdad pura. No debemos preocuparnos acerca de la validez de los conceptos que contienen los libros canónicos, dado que el Espíritu Santo ha sido el instrumento que ha motivado e inspirado a esas personas que los han escrito.
Las Escrituras son como partículas de luz que iluminan nuestra mente y dan lugar a la guía e inspiración de lo alto. Ellas se convierten en la llave que abre el canal de comunicación con nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo Jesucristo...


...¿Cómo utilizas tú las Escrituras? ¿Marcas tus ejemplares? ¿Pones notas en el margen para recordar un momento de guía espiritual o una experiencia que te haya enseñado una profunda lección? ¿Utilizas todos los libros canónicos, incluso el Antiguo Testamento? Yo he encontrado verdades muy preciadas en las páginas del Antiguo Testamento que son partes claves para la plataforma de verdad que me guía y me sirve como recurso cuando trato de compartir un mensaje del Evangelio con los demás. Por esa razón, amo el Antiguo Testamento. He encontrado joyas preciadas de verdad esparcidas a lo largo de sus páginas. Por ejemplo:

“Y Samuel dijo: ¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y en los sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22)...



...Las Escrituras ensanchan nuestra memoria al ayudarnos a recordar siempre al Señor y nuestra relación con Él y con el Padre. Nos recuerdan lo que sabíamos en nuestra vida premortal, y ensanchan nuestra memoria en otro sentido al enseñarnos acerca de épocas, personas y acontecimientos que no experimentamos personalmente. Ninguno de nosotros estuvo presente para ver partirse el mar Rojo y cruzar con Moisés al otro lado entre muros de agua. No estuvimos allí para escuchar el Sermón del Monte, para ver a Lázaro al ser levantado de entre los muertos, para ver al Salvador agonizante en Getsemaní y en la cruz; ni oímos, con María, a los dos ángeles testificar en la tumba vacía que Jesús se había levantado de los muertos. Ustedes y yo no avanzamos uno por uno con la multitud en la tierra de Abundancia por invitación del Salvador resucitado, para palpar las marcas de los clavos y bañar Sus pies con nuestras lágrimas. No nos arrodillamos al lado de José Smith en la Arboleda Sagrada ni contemplamos allí al Padre y al Hijo. Sin embargo, sabemos todas esas cosas y mucho más porque tenemos el registro de las Escrituras para ensanchar nuestra memoria, para enseñarnos lo que no sabíamos; y a medida que estas cosas penetren nuestra mente y nuestro corazón, se arraiga nuestra fe en Dios y en Su Hijo Amado.

Las Escrituras también ensanchan nuestra memoria al ayudarnos a no olvidar lo que nosotros y generaciones anteriores hemos aprendido. Los que no tienen la palabra registrada de Dios o que no hacen caso de ella, con el tiempo dejan de creer en Él y olvidan el propósito de su existencia. Ustedes recordarán lo importante que fue para los del pueblo de Lehi llevar las planchas de bronce consigo cuando partieron de Jerusalén. Esas Escrituras eran clave para que tuvieran conocimiento de Dios y de la futura redención de Cristo. El otro grupo que “salió de Jerusalén” poco después de Lehi no tenía Escrituras, y cuando los descendientes de Lehi los encontraron unos trescientos o cuatrocientos años después, se encuentra registrado que “su idioma se había corrompido… y negaban la existencia de su Creador” (Omni 1:15, 17)...


Para ampliar mas el tema vaya a los links compartidos.

Las escrituras ciertamente son la barra de hierro, debemos leerlas con detenimiento, debemos profundizar en ellas a fin de comprender lo que somos y la voluntad del Padre Celestial. No se pide que vivamos en un mundo de fanatismo, mas bien, el Padre pide que seamos inteligentes,  sensatos, pacientes y que usemos toda nuestra inteligencia para discernir entre la mentira y la verdad.

Es a causa de que muchos de nuestros hermanos han dejado de leer las escrituras que se han alejado del camino que los llevara de regreso hacia el hogar celestial, recordemos que de las cosas pequeñas proceden las grandes.

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