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¿COMO DEBO DE LLAMARLE A MIS LIDERES DE LA IGLESIA?




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El señor a instruido a su pueblo por medio de sus lideres, a dejado manuales los cuales son una guía para los miembros de la iglesia, debemos aprender de ellos y aplicarlo a nuestro diario vivir.


La iglesia es una iglesia de orden y por ello el señor a puesto a hombres buenos, con disposición de ayudar pero no perfectos. Y en ocasiones esa imperfección los lleva a cometer errores y subirse en un orgullo y terquedad. El desconocimiento de algunos libros, capítulos y paginas de los buenos libros y manuales hacen que exijan que se les llame presidentes, se ofenden cuando se les llama hermano xxxxx, así sean el secretario del barrio.

Pondré un ejemplo de como podemos llamarles a nuestros lideres sin que sientan que su mayordomía es pisoteada (como creen algunos cuando no se les dice presidente)


...Durante mis estudios universitarios en la Universidad Brigham Young, me familiarice con la Historia de la Iglesia, una compilación editada de los escritos de José Smith y de otras personas. Luego de graduarme en la facultad de derecho, lleve a cabo una lectura exhaustiva de los siete tomos; también hice investigaciones personales en los registros originales que se encuentran en el estado de Illinois, donde vivió el Profeta los últimos cinco años de su vida.
El hombre que llegue a conocer de esa forma no era el mismo que yo había imaginado. De niño, siendo miembro activo de la Iglesia, me lo imagine como un hombre de edad, serio y reservado; pero el José Smith que conocí por medio de mis lecturas e investigaciones personales era un hombre de las regiones en proceso de colonización: joven, emotivo, dinámico, y tan amado y accesible para su gente que muchos lo llamaban “hermano José”...

...Hablando de los años de adolescencia que siguieron a la Primera Visión, José Smith escribió:

 frecuentemente cometía muchas imprudencias y manifestaba las debilidades de la juventud y las flaquezas de la naturaleza humana, lo cual, me da pena decirlo, me condujo a diversas tentaciones, ofensivas a la vista de Dios”. Pero se da prisa en agregar que su comportamiento no incluyó “pecados graves o malos” dado que “jamas hubo en mi naturaleza la disposición para hacer tal cosa” (José Smith Historia 1:28)...

...Cuando José Smith amonestó a los santos en cuanto a sus imperfecciones, no se enalteció diciendo que era mejor que ellos, y por eso lo amaron mas. A un grupo de santos que acababan de llegar a Nauvoo les advirtió sobre la tendencia a sentirse descontentos si no se hacían las cosas con toda perfección.
“… Les dije que yo no era sino hombre, y no debían … esperar que yo fuese perfecto; si exigían la perfección de mi, yo la exigiría en ellos; pero si soportaban mis debilidades y las debilidades de los hermanos, en igual manera yo soportaría sus debilidades” (Enseñanzas del Profeta José’ Smith, pág. 328).
José Smith tenía un “jovial temperamento natural” (J.S. Historia 1:28) y le encantaba estar en la compañía de sus amigos. “Jugaba con la gente”, recordaba una conocida, “y siempre andaba de buen humor y feliz” (Rachel Ridgeway Grant, “Joseph Smith, The Prophet”, Young Woman’s Journal 16, diciembre de 1905, pág. 551). Amaba a los niños pequeños y a menudo jugaba con ellos en una forma que resultaba chocante para algunos que estaban acostumbrados a una sobriedad exagerada en otros ministros religiosos. Esas cualidades cálidas y humanas fueron la razón de que algunos negaran el papel profético de José Smith; pero para otros, fueron motivo del gran amor que le tenían. Nuestros registros cuentan con numerosos tributos de amor, como el de otra conocida que dijo: “El amor que tenían los santos por el era inexpresable” (Mary Alice Cannon Lambert, Young Woman’sJoumal, 16:554)...

(José, El Hombre Y El Profeta por  Of the Quorum of the Twelve Apostles 1996)  

En esto que acabamos de leer podemos notar que Jose Smith comprendía bien que no eras mas que los hermanos de su época,  a pesar de tener un llamado como Profeta Vidente y Revelador, El hermano Jose prefería que se le llamase precisamente asi *HERMANO*.
Podemos notar también que el hermano Jose comprendía sus debilidades y por tanto no se crecía en su mayordomía y se mantuvo humilde hasta su ultimo día.

¿Aun leyendo esto seguirán existiendo hermanos que quieran ser llamados con bombos y platillos ante la congregación? Si!

Como Santos de los Últimos Días entendemos que el señor a puesto distinciones de nombres en los Sacerdocios y dentro de ellos oficios, estos mismos se respetan.Pero nunca debemos caer en la arrogancia de querer que se nos de un trato preferencial por ser obispos, consejeros, 70´s,etc. NO HAY PROBLEMA SI SE LES LLAMA AL OBISPO HERMANO JUAN, o ELDER JUAN.

Nuestro Padre Celestial de todos los títulos existentes solo escogió uno para llamarle, porque ese titulo y nombre rompe barreras de títulos pomposos el cual  es, PADRE.

Cuando elevamos nuestras plegarias nos referimos a el como Nuestro Padre Celestial y no como presidente u otro titulo.

REVERENCIA A LOS TÍTULOS SAGRADOS DEL SACERDOCIO.

También se debe manifestar la reverencia a otros títulos o nombres sagrados. Frecuentemente oímos que al dirigirse a las Autoridades Generales, en la calle, en conversaciones particulares, así como en público, se les llama por los títulos u oficios que poseen en el sacerdocio. Esto se debe evitar, salvo en la ocasión y lugar donde tal uso sea propio. Por ejemplo, no es lo más preferible referirse a un miembro del Quórum de los Doce tratándolo de Apóstol X, ya sea al hablar de él o al dirigirse a él. El Señor nos ha dado la designación general de élder, la cual se puede aplicar a cualquier varón que posee el Sacerdocio de Melquisedec, y no importa qué oficio posea un hombre, es un honor para él que se le trate en esa forma.

Se ha vuelto costumbre, debido al uso establecido ya por mucho tiempo, referirse al primer Presidente de la Iglesia como el profeta José Smith o José Smith el profeta. Esto es permisible por motivo del gran honor que le fue conferido y la gran obra que él efectuó bajo la mano del Señor, y el hecho de que desde hace algún tiempo él salió de esta vida terrenal. Si estuviera aquí, se sentiría feliz con que se le llamara, como lo llamaban los miembros de la Iglesia en su día: Hermano José. No se le llamaba así con el espíritu de familiaridad, sino con el espíritu de amor y respeto.

TÍTULOS APROPIADOS DE LOS OFICIALES DE LA IGLESIA.

Al dirigirse a un miembro de la Primera Presidencia, es perfectamente propio decir presidente Grant, presidente Clark o presidente McKay, y la misma designación se debe aplicar al Presidente del Consejo de los Doce Apóstoles. Estos hermanos no lo tomarán como ofensa ni lo considerarán como falta de respeto el que se les trate de hermano, porque es también un honor pertenecer a la hermandad de la Iglesia y asociarse con los miembros fieles. El título apropiado para tratar a los miembros del Consejo de los Doce Apóstoles y del Primer Consejo de los Setenta puede ser el de élder. Este título puede emplearse también para los miembros del Obispado Presidente, aunque desde el principio se ha usado la designación de obispo, y se puede usar sin ofensa, bien sea que se aplique a los miembros del Obispado Presidente o a otros obispos en la Iglesia. Al presentar a uno de los miembros del Consejo de los Doce Apóstoles o del Primer Consejo de los Setenta, el hermano que esté dirigiendo la reunión puede decir, el élder..., o el Hermano... del Consejo de los Doce Apóstoles, o del Primer Consejo de los Setenta.

(Doctrina de Salvación Tomo III capitulo 6 La Organización del Sacerdocio)


En este punto cabe aclarar fuertemente que a los consejeros y secretarios no se les llama presidentes, TAMBIÉN QUE  NO AFECTA SI UN HERMANO O HERMANA LES LLAMA ELDER O HERMANO, No les restara poder y autoridad a los hermanos que tienen un llamamiento, solo su dignidad ante el señor y el respeto que creen hacia los hermanos le dará el poder y autoridad.

(ver el poder del obispo AQUI)


LOS LÍDERES Y LOS TÍTULOS



Las instituciones seculares siguen un modelo de liderazgo diferente al de las espirituales. Las organizaciones establecidas por el hombre están gobernadas por oficiales con títulos que indican el rango y los galardones o los logros que se han ganado. Por ejemplo, es apropiado dirigirse a un oficial militar, a un juez, a un senador, a un medico y a un profesor por su titulo; nosotros respetamos a las personas que hayan alcanzado ese cargo o posición.
Pero, por el contrario, el Reino de Dios se dirige por medio de la autoridad del sacerdocio, el cual no se confiere para honrar a un hombre sino para que este pueda ministrar y prestar servicio. Los “títulos” del sacerdocio no los creó por el hombre; ni están de adorno ni implican destreza, sino que indican que se ha escogido a alguien para que sirva en la obra del Señor: Somos llamados, sostenidos y ordenados, no por nosotros mismos, sino “por profecía y por la imposición de manos, por aquellos que tienen la autoridad para predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas” (Articulo de Fe 5; véase también Hebreos 5:4).
Los “títulos” correspondientes al santo sacerdocio merecen el máximo respeto y cuidado. Al tratar a los miembros de la Primera Presidencia, tanto al mencionarlos como al dirigirles la palabra, se debe utilizar el termino “presidente”
(véase D. y C. 107:22, 24,29). Debemos actuar del mismo modo al referirse a la presidencia de estaca, de misión, de quórum y de rama. El titulo de “Apóstol” es sagrado; ha sido dado por Dios y lo llevan sólo aquellos que hayan sido llamados y ordenados para ser “testigos especiales del nombre de Cristo en todo el mundo” (D. y C. 107:23). Un Apóstol habla en nombre de Aquel de quien es testigo especial. Este título sagrado no se utiliza para dirigirse en forma casual a uno de los miembros del Quórum de los Doce. El termino apropiado que debemos utilizar es el de “élder” o “hermano”.
El “título de obispo también implica presidencia porque el es el presidente del Sacerdocio Aarónico de su barrio y, además, preside al grupo de Sumos Sacerdotes de esa unidad. Reverentemente nos referimos a el como “el obispo”.
El “titulo” de élder también es sagrado y se otorga a todos los poseedores del Sacerdocio de Melquisedec.

(Honremos El Sacerdocio Russell M Nelson 1993)
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