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VEN, SÍGUEME HEMOS CONCERTADO UN CONVENIO CON EL. CAPÍTULOS 18 AL 24 DE MOSIAH DOMINGO 17 DE MAYO.



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    Si hay prejuicios con el autor de estos audios, no dejes que eso cierre la oportunidad de que otro hermano pueda encontrar el camino de regreso al hogar celestial.

    Queridos hermanos,  este audio de apoyo nos ayudara a entender la importancia del bautismo, ya que no solo es bajar a las aguas del bautismo, salir de ellas y quedar como si nada hubiera pasado.

    Aprenderemos de la importancia de ser unidos, de apoyarnos en todo lo bueno tanto del evangelio como en los principios morales.

    Si seguimos a nuestro salvador Jesucristo y hacemos nuestra parte él nos bendecirá y hará que nuestras cargas sean ligeras, y doy testimonio de ello.

    Hermanos!

    El bautismo incluye el convenio de servir a Dios y de ser testigos de Él.

A medida que lea Mosíah 18 y se prepare para enseñar a su familia, podría invitar a los miembros de su familia a repasar su convenio bautismal y a reflexionar en él.

En los primeros versos del capítulo 18 de Mosíah leemos que Alma predicaba a las persona secretamente y toda aquella que aceptaba el evangelio eran bautizadas en las aguas de Mormon, mis hermanos prestemos atención a estos versos:

Y aconteció que les dijo: He aquí las aguas de Mormón (porque así se llamaban); y ya que 
deseáis entrar en el redil de Dios y ser llamados su pueblo, y estáis dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros para que sean ligeras;

sí, y estáis dispuestos a llorar con los que lloran; sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo, y ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis, aun hasta la muerte, para que seáis redimidos por Dios, y seáis contados con los de la primera resurrección, para que tengáis vida eterna;

10 os digo ahora, si este es el deseo de vuestros corazones, ¿qué os impide ser bautizados en el nombre del Señor, como testimonio ante él de que habéis concertado un convenio con él de que lo serviréis y guardaréis sus mandamientos, para que él derrame su Espíritu más abundantemente sobre vosotros?

11 Y ahora bien, cuando los del pueblo hubieron oído estas palabras, batieron sus manos de gozo y exclamaron: Ese es el deseo de nuestros corazones.

Ahora bien, pregunto a forma de reflexión ¿Cuántos de nosotros llevamos las cargas de los uno y de los otros? ¿Cuántos de nosotros lloramos con los que sufren y no mostramos indiferencia?

¿Hemos ministrado a nuestro hermano en estos tiempos que no podemos reunirnos como en otras ocasiones?

¿Hemos levantado nuestra voz predicando el evangelio? ¿Comprendemos el convenio que hemos hecho al bautizarnos en la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días?

El Señor está obligado cuando hacemos lo que El dice, pero cuando no lo hacemos, no tenemos ninguna promesa (véase D. y C. 82:10). Los nefitas que habitaban la tierra de Lehi-Nefi se encontraban en cautiverio bajo el poder de los lamanitas debido a que no habían cumplido los mandamientos de Dios. Finalmente, " ... se humillaron hasta lo más profundo de la humildad y clamaron fuertemente a Dios; sí, todo el día clamaban ellos a su Dios que los librara de sus aflicciones" (Mosíah 21:14). Pero Dios no liberó a los nefitas inmediatamente después que éstos se humillaron. Tuvieron que permanecer cautivos y sufriendo los maltratos de los lamanitas por un tiempo más. De todas maneras, obtuvieron su ansiada libertad cuando el Señor sintió que era tiempo de dar oído a sus humildes ruegos y liberarlos de su cautividad.

El bautismo simboliza la muerte del viejo pecador y el renacimiento de una nueva persona espiritual, logrados por medio de la fe en Cristo y de un arrepentimiento sincero. La pila bautismal es un simbolismo de la tumba, donde "somos sepultados juntamente con él [Cristo] para muerte por el bautismo ... " (Romanos 6:4; véase también D. y C. 128:12-13). En el bautismo hacemos convenio de tomar sobre nosotros el nombre de Cristo (véase D. y C. 20:37), y de esa manera llegamos a ser Sus hijos e hijas. En Mosíah 18:8-10 Alma explica lo que significa el convenio del bautismo en términos prácticos y corrientes. Si verdaderamente tomamos sobre nosotros el nombre de Cristo, estaremos dispuestos a: 1. "Entrar en el redil de Dios" (vers. 8). 2. Ser llamados el pueblo de Dios (véase el verso 8). 3. "Llevar las cargas de unos y otros" (vers. 8). 4. "Llorar con los que lloran" (vers. 9). 5. Consolar a los que necesitan consuelo (véase el verso 9). 6. Ser testigos de Dios en todo momento, en todas las cosas y en todo lugar (véase el verso 9). 7. Ser bautizados en el nombre del Señor, como testimonio de que hemos concertado entrar en convenio con El (véase el verso 10). 8. Servir al Señor y guardar Sus mandamientos (véase el verso 10). Al esforzarnos fielmente por vivir esos convenios y obligaciones, el Señor a su vez promete que: 1. Seremos redimidos (véase el verso 9). 2. Seremos " contados con los de la primera resurrección" (vers. 9). 3. Tendremos vida eterna (véase el verso 9). 4. Su Espíritu se derramará más abundantemente sobre nosotros (véase el verso 10).

El élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, resumió las expectativas que se tienen de quienes aceptan el bautismo: “Alma empezó a bautizar a todos los que deseaban hacer convenio con Cristo. Les pidió que ‘[sirviesen a Dios y guardasen] sus mandamientos, para que él derrame su Espíritu más abundantemente’ sobre ellos. Estos nuevos discípulos también demostrarían su fe al: “Entrar en el rebaño de Dios. “Ser llamados Su pueblo. “Llevar las cargas los unos de los otros. “Llorar con los que lloran. “Consolar a los que necesitan de consuelo. “Ser testigos de Dios en todo momento y en todas las cosas y en todo lugar. “Concertar un convenio de servir a Dios y guardar Sus mandamientos. “Estas palabras de Alma en las Aguas de Mormón siguen siendo la declaración de las Escrituras más completa que se haya registrado sobre lo que deben comprometerse a hacer y ser quienes se bautizan” (Christ and the New Covenant, 1997, pág. 106).


El élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Quórum de los Doce Apóstoles, describió las bendiciones de aceptar los convenios del bautismo: “A lo largo de mi vida he observado que cuando las personas llegan a comprender plenamente las bendiciones y el poder de su convenio bautismal, ya sea como conversos nuevos o como miembros de la Iglesia de toda la vida, experimentan una gran dicha y abordan sus responsabilidades en el reino con un entusiasmo contagioso” (“Alma the Elder: A Role Model for Today”, en Heroes from the Book of Mormon, 1995, pág. 84).

Dentro de lo que acabamos de leer se nos dice que debemos  “Ser testigos de Dios en todo tiempo”


El élder M. Russell  Ballard,    del   Quórum  de    los Doce Apóstoles, declaró que nuestros convenios bautismales requieren rectitud sin importar lo difícil que sean las circunstancias: “Cuando en las aguas del bautismo hacemos convenio de ‘ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar’, no nos referimos solamente a las reuniones de ayuno y testimonios. Tal vez no siempre sea fácil, conveniente o políticamente aceptable asumir la defensa de la verdad y la rectitud, pero es siempre lo correcto; siempre” (véase Liahona, enero de 1998, pág. 43).

Llegado a este punto hermanos ¿podrían compartir experiencias en las que ustedes u otras personas que conozcan haya cumplido el convenio bautismal que se describe en Mosíah 18:8–10. Por ejemplo, ¿alguien los ha consolado o les ha ayudado a sobrellevar sus cargas? ¿Cómo nos han inspirado esas experiencias a guardar nuestro convenio?

Como ya algunos de ustedes saben hermanos, mi esposa e hijos nos esforzamos por ayudar a nuestra comunidad, no somos ricos, sino que hermanos y personas de bien que conocemos confían en nosotros para hacer llegar la ayuda. Dejare unos enlaces de unos videos del canal para que puedan ver la ayuda que llega de nuestros hermanos Utah, constructores sin fronteras y que año con año nos permiten ser parte de estos proyectos.

Pero también mis hermanos, he sido consolado y ayudado, en el video pasado les explique mi situación a grandes rasgos y agradezco al Padre Celestial por poner a ustedes como medio para llevar mis cargas.

En el subtema de la lección leemos:

El pueblo de Dios es unido.

En Mosíah 18:17–31 se describen los mandamientos que Alma dio a su pueblo para ayudarles a ser más unidos como miembros de la Iglesia de Cristo.

También podremos observar en MosÍah 18:16-35. La organización de la Iglesia Alma bautizó a 204 personas en las aguas de Mormón: "y se llamaron la Iglesia de Dios, o la Iglesia de Cristo, desde ese tiempo en adelante ... " (Mosíah 18:17). Alma ordenó un sacerdote por cada cincuenta miembros, y ordenó a esos sacerdotes que enseñaran al pueblo "en cuanto a las cosas pertenecientes al reino de Dios" (vers. 18). Los sacerdotes debían enseñar solamente lo que los profetas habían enseñado (véase el verso 19); debían enseñar fe, arrepentimiento, bautismo, amor y unidad (véanse los verso 20-21) y debían guardar el día de reposo como día santo de adoración (véase el ver. 23). Los sacerdotes debían trabajar " con sus propias manos para su sostén" (vers. 24) y no se les debía pagar por su servicio en la Iglesia, "sino que por su obra habían de recibir la gracia de Dios" (vers. 26). Sin embargo, si había miembros que deseaban dar "a aquellos sacerdotes que estuvieran necesitados" (vers. 28), no había inconveniente y se encomiaba esa generosidad. Alma se vio en la necesidad de enseñar estos principios ya que el pueblo, bajo el reinado del rey Noé, se hallaba en un estado de apostasía. Esos principios son los mismos que se han enseñado siempre en la Iglesia de Jesucristo. Alma enseñó a su pueblo algunos de los principios básicos de la ley de consagración (véanse los verso 27-28). Aun cuando no hay evidencia de que la ley de consagración se haya establecido formalmente, es evidente que el pequeño grupo de conversos guardaba en su corazón el espíritu de Sión.

Por   medio      de    revelaciones   modernas,       el Señor   ha         dado este consejo: “…Sed uno; y si no sois uno, no sois míos” (D. y C. 38:27). El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, comentó sobre la división que reina en nuestro mundo caído y sobre cómo el guardar los mandamientos nos lleva a la unión: “A raíz de la Caída, se hizo evidente que vivir en unión no iba a ser fácil…

“…Necesitamos la esperanza de que podemos experimentar unión en esta vida y ser dignos de tenerla por siempre en el mundo venidero… “Para lograr la unión, hay mandamientos que debemos guardar en cuanto a lo que sentimos. Debemos perdonar y no tener malicia alguna contra los que nos ofendan” (véase Liahona, julio de 1998, págs. 72, 74). •        

La     unión       y       el      amor        llegaron   como resultado       de         que  el pueblo de Alma renovó su compromiso de vivir los mandamientos de Dios. Mientras servía en calidad de Setenta, el élder C. Max Caldwell dijo que este incremento de amor es un estado que se debe desarrollar: “El amor de Jesús estaba conectado de modo inseparable, y era además el resultado de una vida de servicio, sacrificio y abnegación hacia los demás. Nosotros no podemos desarrollar el amor cristiano a menos que pongamos en práctica ese mismo proceso que nos enseñó el Maestro… “La caridad no es sólo un precepto ni un principio; tampoco es únicamente una palabra que describe acciones o actitudes. Es más bien un estado interno que debe desarrollarse y sentirse para poder entenderse. Poseemos caridad cuando ésta llega a formar parte de nuestro ser. Los que tienen caridad sienten amor por el Salvador, han recibido Su amor y aman a otros como Él los ama” (véase Liahona, enero de 1993, págs. 33–34).

Repasemos los versos 27 y 28

27 Y además, Alma mandó que el pueblo de la iglesia diera de sus bienes, cada uno de conformidad con lo que tuviera; si tenía en más abundancia, debía dar más abundantemente; y del que tenía poco, solo poco se debía requerir; y al que no tuviera, se le habría de dar.

28 Y así debían dar de sus bienes, de su propia y libre voluntad y buenos deseos para con Dios, a aquellos sacerdotes que estuvieran necesitados, sí, y a toda alma desnuda y menesterosa.

"Algunos se preguntarán: '¿Cómo puedo adquirir esos sentimientos de rectitud al compartir lo que tengo? ¿Cómo puedo superar el sentimiento de dar de mala gana? ¿De qué manera puedo llegar a sentir el amor puro de Cristo?' A ellos les digo: Vivid fielmente todos los mandamientos, dad de vosotros mismos, cuidad de vuestra familia, servid en los diferentes llamamientos en la Iglesia, trabajad en la obra misional, pagad vuestros diezmos y ofrendas, escudriñad las Escrituras; y la lista de recomendaciones podría continuar. A medida que os perdáis en esta obra, el Señor tocará y ablandará vuestro corazón... “(Marion G. Romney, "Vivir los principios del Plan de Bienestar", Liahona, febrero de 1982, pág. 167).

¿De qué manera podría ayudarlos a ser más unidos el hecho de obedecer esos mandamientos? ¿Hay metas que pueden ponerse de forma individual, como grupo o familia para seguir el ejemplo del pueblo de Alma?

Mis queridos hermanos algunas personas se preguntan


¿Por qué necesitamos la Iglesia?

  • El élder D. Todd Christofferson dijo: “Me doy cuenta de que existen aquellas personas que se consideran a sí mismas religiosas o espirituales y, sin embargo, rechazan la participación en la Iglesia o aun la necesidad de tal institución. La práctica religiosa es para ellas estrictamente personal. Sin embargo, la Iglesia es la creación de Aquél en quien se centra nuestra espiritualidad: Jesucristo. Vale la pena hacer una pausa para considerar por qué Él escoge utilizar una iglesia, Su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, para realizar la obra de Él y la de Su Padre”.

    Algunos puntos que nos ayudaran a entender el porqué de la necesidad de la iglesia:

    “El antiguo objetivo sigue siendo el de predicar las buenas nuevas del evangelio de Jesucristo y administrar las ordenanzas de salvación; en otras palabras, llevar a la gente a Cristo”.
  • “Para crear una comunidad de santos que se apoyen uno al otro en el ‘estrecho y angosto camino que conduce a la vida eterna’ [2 Nefi 31:18]… Nos enseñamos y nos edificamos unos a otros participando de la fe y esforzándonos por alcanzar la medida completa del discipulado”.
  • Para “[proporcionar] una reunión semanal de descanso y renovación, un tiempo y un lugar para dejar al mundo de lado: el día de reposo”.
  • Para “lograr cosas necesarias que no pueden lograr las personas ni pequeños grupos [incluyendo] ocuparse de la pobreza… [predicar el Evangelio] en todo el mundo… edificar y poner en funcionamiento templos, Casas del Señor, donde se administren las ordenanzas y los convenios esenciales”.
Para poner a disposición las llaves del sacerdocio, con las cuales “los oficiales del sacerdocio de la Iglesia preservan la pureza de la doctrina del Salvador y la integridad de Sus ordenanzas de salvación, ayudan a preparar a aquellos que desean recibirlas, consideran su dignidad y luego efectúan dichas ordenanzas… [y] determinan tanto la verdad como la falsedad”.

En este punto del audio de ayuda de ven, sígueme, les hago la invitación mis hermanos de que, cuando las cosas se hayan normalizado y podamos regresar a nuestras capillas, nos esforcemos en hermanar no solo al hermano que ya tiene tiempo en la iglesia, sino al recién converso, al investigador, rompamos con círculos de amistades, son estos círculos de amistades que hacen que los que van ingresando a la iglesia se sientan mal y no quieran regresar.

¿Cómo sabremos que lo estamos haciendo bien? Cuando el número de santos (miembros) aumente en nuestros barrios y se mantengan firmes a los convenios hechos al bautizarse.

Recordemos hermanos todos tendremos parte, ya sea por comisión u omisión.

Mis queridos hermanos Dios mira nuestras pruebas, tentaciones y rebeldía, el mira cuando intentamos salir del lugar donde nos hemos metido solos, el escucha nuestros reclamos y ruegos. Pero en el debido tiempo de él es cuando nos ayuda, ya sea directa o indirectamente.

En muchos de los casos el señor espera que aprendamos un poco más de humildad y paciencia. Lo cual no es nada fácil, podremos hablar de esto con sencillez pero a la práctica nos costara,  pues el hombre natural siempre estará presente, no es justificación, solo una manera sensata de reconocer que podemos seguir avanzado a pesar de los dificultades.

La humildad fortalece nuestra dependencia del Señor

•       Después  del   tercer       intento    fallido      de escapar       del         cautiverio a la fuerza, la colonia de Limhi finalmente acudió al Señor con humildad y en oración, buscando ser librada por Su mano. Sus vivencias los obligaron a buscar al Señor y a no depositar su confianza en el brazo de la carne (véase Alma 32:13–16; véase también 2 Nefi 4:34). El presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) enseñó que la humildad fortalece nuestra dependencia del Señor: “La humildad, claro está, no es señal de debilidad. La humildad no quiere decir timidez, ya que la persona puede ser humilde, poderosa y valiente. El profeta José es un buen ejemplo de ello. La humildad consiste en reconocer abiertamente que dependemos de un poder superior” (The Teachings of Ezra Taft Benson, 1988, pág. 369).

A       pesar        de    que  muchas    personas de    la colonia         de         Limhi causaron su propia desgracia, el Señor fue misericordioso y contestó sus oraciones. El profeta José Smith (1805–1844) describió la clemencia del Señor ante la angustia que sintió el profeta a causa de sus errores: “He rememorado todos los momentos pasados de mi vida y he tenido que sentir dolor y derramar lágrimas por mi insensatez en permitir que el adversario de mi alma tuviera tanto poder sobre mí como lo ha tenido en tiempos pasados. Pero Dios es misericordioso y ha perdonado mis pecados, y me regocijo porque Él envía al Consolador a todos los que creen y son humildes ante Él” (The Personal Writings of Joseph Smith, comp. de Dean C. Jessee, 1984, pág. 238).

Aunque   las    personas que  siguieron a Alma se habían arrepentido y eran fieles, el Señor permitió que por un tiempo los lamanitas las oprimieran para que se cumpliera la profecía de Abinadí (véase Mosíah 12:1–5) y para probar su paciencia y su fe. El élder Orson F. Whitney (1855–1931), del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó que todo lo que vivimos nos enseña lecciones valiosas: “Ningún dolor que padezcamos, ninguna prueba por la que pasemos es en vano, ya que sirve para nuestra educación; contribuye al desarrollo de cualidades como la paciencia, la fe, la fortaleza y la humildad. Todo lo que sufrimos y todo lo que soportamos, sobre todo cuando lo hacemos pacientemente, edifica nuestro carácter, nos purifica el corazón, nos magnifica el alma y nos hace más sensibles y más caritativos, más dignos de ser llamados hijos de Dios… y  es mediante los pesares y el sufrimiento que adquirimos la educación que vinimos aquí a adquirir y que nos hará asemejarnos a nuestro Padre y a nuestra Madre celestial” (véase cita en Spencer W. Kimball, La fe precede al milagro, 1972, págs. 97–98).

Queridos hermanos,  hemos llegado al final de este audio de apoyo, te recordamos que no debes cambiar tu estudio personal por este u otros audios, solo son complementos para tu aprendizaje.

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De mi parte es todo nos vemos en el siguiente video.

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