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LLENOS DE AMOR PARA CON DIOS Y TODOS LOS HOMBRES. VEN,SÍGUEME. DEL 13 AL 19 DE ABRIL.


Hey! Mis hermanos y hermanas! Sean bienvenidos a una lección más de Ven, sígueme, esta lección abarca los capítulos del 1 al 3 de Mosíah y lleva por nombre “Llenos de amor para con Dios y todos los hombres”.

Pero antes de empezar con esta lección te pido que te suscribas al canal, se parte del crecimiento del mismo, y no dejes de compartir nuestros aportes. Posiblemente tú ya sepas lo que comentare contigo en este video, pero aún hay miles de personas que ignoran esta parte del evangelio de Jesucristo y puede ser la semilla para que acepten el evangelio, así que ayúdanos compartiendo.

Gracias hermanos por entender el valor de las almas y compartir.

Hermanos y hermanas, los que conformamos Doctrina sud lds básica y profunda deseamos que te encuentres bien en compañía de tus familiares, si tienes que salir por alguna necesidad cuídate mucho, toma todas las medidas necesarias y antes de abrazar algún ser querido prepara con tiempo un espacio donde puedas quitarte la ropa y ponerte ropa limpia, lavar tus manos y rostro, si es posible y si hay los medios toma un baño antes de tener algún contacto con tus familiares.

Si eres de los que se quedan en casa, se consiente, tolerante y amable con los que tienen que salir de casa por el pan de cada día. No todos tenemos los medios para estar cómodamente en casa.

Ahora sí, vamos mis hermanos  a la lección.

En el capítulo 1 leemos que el rey Benjamín había ascendido al trono luego del reinado de su padre Mosíah, quien había dirigido a los nefitas desde la tierra de Nefi a la de Zarahemla. Con la ayuda de otros profetas santos, el rey Benjamín estableció la paz en el país durante la época de su reinado. Al comienzo del libro de Mosíah, el rey Benjamín se encontraba casi al final de su ilustre vida. Su último discurso es uno de los sermones más conmovedores y significativos del Libro de Mormón.

Al leer Mosíah notara que está escrito en tercera persona, la razón es que no es el mismo rey Benjamín quien escribe sino el profeta Mormón… Al iniciar el libro de Mosíah, empezamos a estudiar el compendio hecho por Mormón de los varios libros que se habían escrito en las planchas mayores de Nefi (3 Nefi 5:8-12.) El libro de Mosíah y los cinco libros siguientes -Alma, Helamán, 3 Nefi, 4 Nefi y Mormón- los compendió, o condensó, Mormón, tomándolos de las planchas mayores de Nefi, y escribió estas versiones compendiadas sobre las planchas que llevan su nombre: las planchas de Mormón" (Daniel H. Ludlow, A Companion to Your Study of the Book of Mormón, pág. 173).

Queridos hermanos en el subtema de la clase podemos leer lo siguiente:

Para recibir la palabra de Dios se requiere preparación.

Para los que ya tenemos tiempo en la iglesia y estudiando el evangelio de Dios, y que no están exentos los hermanos nuevos, para poder recibir más conocimiento por medio de la revelación personal, debemos prepararnos mediante la lectura de las escrituras, la oración y el ayuno, si es que deseamos saber más sobre el reino de Dios. Claro está,  que el saber lleva implícito la aplicación de lo aprendido a nuestras vidas.
Al leer Mosíah capítulo 2 versos del 1 la 9 leerá que:

El rey Benjamín preparo a su pueblo para que escucharan la palabra de Dios, preparo a su pueblo para que supieran que el cuidar de nosotros como hijos de Dios es de vital importancia, les indico la manera claramente en estas palabras ´´ Hermanos míos, todos los que os habéis congregado, vosotros que podéis oír las palabras que os declararé hoy; porque no os he mandado subir hasta aquí para tratar livianamente las palabras que os hable, sino para que me escuchéis, y abráis vuestros oídos para que podáis oír, y vuestros corazones para que podáis entender, y vuestras mentes para que los misterios de Dios sean desplegados a vuestra vista.´´

Ahora leemos el siguiente subtema:

Cuando servimos a otras personas, también estamos sirviendo a Dios.

Al leer Mosíah capítulo 2 versos del 10 al 26 leerá que El rey Benjamín fue un siervo ejemplar de Dios y de las personas que lo rodeaban. ¿Qué pueden aprender de él para que les ayude en su empeño por servir a los demás? ¿Qué obstáculos afrontan ustedes al dar servicio a los demás?  ¿Qué  razones existen que  no nos permita dar  servicio o por las que nuestro servicio no es tan útil como debería ser? ¿Qué pueden hacer las personas y familias para centrarse en el servicio en su vida diaria? Por favor dejen sus comentarios.


El presidente Howard W. Hunter (1907–1995) enseñó que la rectitud debe hallarse en el centro mismo de todo servicio que prestemos: “Continúen tratando de hallar oportunidades de servir al prójimo; no se preocupen demasiado por si la posición que ocupan se destaca… Aunque es importante saber que se nos aprecia, debemos concentrarnos en la rectitud, no en el reconocimiento, en el servicio y no la posición. La fiel maestra visitante, que en silencio lleva a cabo su tarea mes tras mes, es tan importante para la obra del Señor como los que ocupan posiciones que algunos consideran de más prominencia en la Iglesia. El tener un cargo visible no equivale al valor que se tiene” (véase “A las mujeres de la Iglesia”, Liahona, enero de 1993, pág. 108). •          

El élder Robert J. Whetten, de los Setenta, explicó que el servicio que prestamos a los demás puede emplearse para medir la profundidad de nuestra propia conversión: “La conversión significa consagrar tu vida al cuidado y al servicio de los que necesiten tu ayuda, y compartir con los demás tus dones y bendiciones… “Todo acto abnegado de bondad y servicio aumenta tu espiritualidad. Dios trabajará por medio de ti para bendecir a otras personas. Tu incremento espiritual y progreso eterno continuos están estrechamente ligados en tus relaciones a la manera en que tratas a los demás. ¿De verdad amas a los demás y eres una bendición para ellos? ¿No se mide el grado de tu conversión según la forma en que tratas a otras personas? La persona que haga en la Iglesia estrictamente lo que le concierna y nada más, nunca alcanzará la meta de la perfección. El servicio a los demás es el punto clave del Evangelio y de la vida exaltada” (Liahona, mayo de 2005, pág. 91). •     

El élder Dallin H. Oaks,   en aquel entonces miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, nos ayudó a entender que además del servicio que prestamos, importa mucho por qué lo hacemos: “La última razón… es, en mi opinión, la mayor de todas. En su relación con el servicio, es lo que las Escrituras llaman ‘un camino aún más excelente’ (1 Corintios 12:31)…
“Para que nuestro servicio sea el más eficaz, debemos llevarlo a cabo por el amor a Dios y el amor a Sus hijos” (Liahona, enero de 1985, pág. 11).

En los versos 9 al 18 leemos que el rey Benjamín informa brevemente a los nefitas sobre el cumplimiento de su mayordomía. Sus palabras lo hacen a uno pensar en cuán pocos líderes políticos en la historia del mundo podrían pararse ante su pueblo y decir: " ... hoy puedo responder ante Dios con una conciencia limpia" (vers. 15). Mosíah, el hijo del rey Benjamín, otro gran rey y profeta, dijo varios años después: " ... si pudieseis tener por reyes a hombres que hicieran lo que mi padre Benjamín hizo por este pueblo, os digo que si tal pudiera siempre ser el caso, entonces convendría que siempre tuvieseis reyes para que os gobernaran" (Mosíah 29:13).

Hermanos el verso 17 es uno de mis favoritos, ya que gracias a aplicarlo a mi vida, el señor me dejado discernir ciertas cosas, esos misterios que Dios tiene son aclarados con el paso del tiempo al aplicarlos. El verso 17 del capítulo 2 de Mosíah dice:

17 Y he aquí, os digo estas cosas para que aprendáis sabiduría; para que sepáis que cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, solo estáis al servicio de vuestro Dios.

Acabamos de pasar al conferencia y recordamos la pascua, recordamos la expiación en de nuestros pecados en el huerto de Getsemaní y la muerte de Cristo en la cruz, lo que el hizo fue un servicio de amor para con nosotros, ya que no podemos salvarnos por nosotros mismos, y aunque parezca que ahora podemos por las ordenanzas y convenios que hacemos con Dios, no serían posibles sin ese servicio de amor y sacrifico de Jesucristo.

En cuanto el comentario del rey Benjamín en cuanto a servir al prójimo (véase Mosíah 2:17) resume con sencilla y hermosa simplicidad el principio que enseñó el Salvador cuando dijo: " ... en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis" (Mateo 25:40). Refiriéndose al servicio a los demás, el élder Antoine R. Ivins dijo: "Creo que el gran valor que la Iglesia tiene para nosotros es la oportunidad que nos brinda de prestar servicio, porque, después de todo, los grandes beneficios de la vida se obtienen por ese medio. Creo que el servicio generoso, abierto y pleno que brindamos a nuestros semejantes es lo que nos da mayor felicidad. Podemos servir a nuestras familias y así obtener felicidad; podemos servir a nuestros amigos y sentir felicidad por hacerlo; pero si realmente queremos ser felices, debemos servir y hacerlo generosamente. Y creo que la mayor felicidad que recibo, por sujetarme a las normas de la Iglesia y enfrentar mis obligaciones para con ella, son los valores espirituales que obtengo mediante ese servicio. Me gustaría poder decir que siempre sirvo por el puro deleite de servir, pero no sé si honestamente puedo decirlo o no; espero que sea así. Ojalá todos los que sirvamos en algo, lo hagamos por el mismo motivo, por el puro gozo y deleite de servir. Me gustaría que todo hombre que acepte una responsabilidad en un quórum del sacerdocio la acepte por la oportunidad de servir que ello le ofrece; no que sea un buen diácono para así poder ser presidente de un quórum. No que sea un buen presbítero para así algún día poder ser presidente del quórum de élderes. No ser un buen obispo, para que cuando se reorganice la estaca pueda llegar a ser presidente de estaca, porque si sirve por ese motivo, es muy posible que un día se desilusione; pero si sirve porque se deleita en ello, si sirve porque ama a sus semejantes, entonces nunca se desilusionará, reciba o no algo a cambio" (en Conference Report, octubre de 1948, págs. 47-48).

Yo agrego que no importa si eres el más adinerado del barrio o estaca, no importa si pagas tus diezmos en tiempo y forma o te pasas 24/ 7 en la iglesia, creemos que somos salvos por gracias DESPUES DE HACER TODO CUANTO PODAMOS. Y aun así somos deudores eternos, somos siervos inútiles, con esto no hayo motivo por el cual uno de nosotros crea que es mejor que el que menos tiene. El rey Benjamín lo dijo de esta manera en los versos 24 al 26:

24 Y en segundo lugar, él requiere que hagáis lo que os ha mandado; y si lo hacéis, él os bendice inmediatamente; y por tanto, os ha pagado. Y aún le sois deudores; y lo sois y lo seréis para siempre jamás; así pues, ¿de qué tenéis que jactaros?

25 Y ahora pregunto: ¿Podéis decir algo de vosotros mismos? Os respondo: No. No podéis decir que sois aun como el polvo de la tierra; sin embargo, fuisteis creados del polvo de la tierra; mas he aquí, este pertenece a quien os creó.

26 Y ni yo, sí, yo, a quien llamáis vuestro rey, soy mejor de lo que sois vosotros, porque soy del polvo también. Y veis que he envejecido, y que estoy para entregar esta forma mortal a su madre tierra.

El            élder     Joseph B.            Wirthlin               (1917–2008),     del         Quórum              de los Doce Apóstoles, enseñó que debemos dedicar todos nuestros días a procurar la vida eterna como manera de expresar nuestra gratitud por la deuda que Jesucristo pagó a favor de nosotros: “¿Cómo podremos pagar alguna vez la deuda que tenemos con el Salvador? Él pagó el precio de una deuda que no era Suya para librarnos de una deuda que nunca podremos pagar. Por causa de Él, viviremos para siempre y, por causa de Su expiación infinita, nuestros pecados pueden ser expurgados, lo cual nos permitirá experimentar el mayor de todos los dones de Dios: la vida eterna [véase D. y C. 14:7]. “¿Se puede poner precio a un don así? ¿Podremos en momento alguno compensar tal don? El rey Benjamín, un profeta del Libro de Mormón, enseñó: ‘…si diereis todas las gracias y alabanza que vuestra alma entera es capaz de poseer, a ese Dios que os ha creado… [y si] lo sirvieseis con toda vuestra alma, todavía seríais servidores inútiles’ [Mosíah 2:20–21]” (Liahona, mayo de 2004, pág. 43). •

La           mejor   forma   que        cada      uno        tiene     de          demostrar          gratitud por lo que el Padre Celestial y Jesucristo nos han brindado es guardar los mandamientos. El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) enseñó: “Nos mostramos sumamente desagradecidos a nuestro Padre y a Su Hijo Amado cuando nos inclinamos a no obedecer los mandamientos en toda humildad con ‘corazones quebrantados y espíritus contritos’. La violación de cualquier mandamiento divino es un acto de suma ingratitud, considerando todo lo que se ha hecho por nosotros mediante la expiación de nuestro Salvador. “Nunca podremos pagar totalmente la deuda. La gratitud de nuestro corazón debería rebosar, hasta desbordar con amor y obediencia, por esta grande y tierna merced. A causa de lo que Él ha hecho, nosotros no deberíamos fallarle nunca. Él nos compró por un precio, el precio de Su gran sufrimiento y el derramamiento de Su sangre en sacrificio sobre la cruz.

“Y bien, Él nos ha pedido que obedezcamos Sus mandamientos, y nos dice que éstos no son gravosos; sin embargo, hay muchos de nosotros que no sentimos el deseo de hacerlo. Estoy hablando ahora de toda la gente de la tierra en general. Nosotros no tenemos deseos de hacerlo. Esto ciertamente es una ingratitud. Somos desagradecidos. “Cada miembro de esta Iglesia que viola el día de reposo, que no es honrado en el pago de sus diezmos, que no guarda la Palabra de Sabiduría, que voluntariamente viola cualquiera de los otros mandamientos que el Señor nos ha dado, es desagradecido para con el Hijo de Dios y cuando somos desagradecidos con el Hijo de Dios, lo somos también para con el Padre que lo envió” (Doctrina de Salvación, comp. de Bruce R. McConkie, tres tomos, 1954–1956, tomo I, págs. 131–132).

En el subtema de la lección leemos:

La felicidad se obtiene al guardar los mandamientos de Dios.

En la lección nos pide que leamos los versos 38 al 41 del capítulo 2 de Mosíah, pero leeremos del 36 al 41.

Leemos lo siguiente:

36 Y ahora bien, os digo, hermanos míos, que después de haber sabido y de haber sido instruidos en todas estas cosas, si transgredís y obráis contra lo que se ha hablado, de modo que os separáis del Espíritu del Señor, para que no tenga cabida en vosotros para guiaros por las sendas de la sabiduría, a fin de que seáis bendecidos, prosperados y preservados,

37 os digo que el hombre que esto hace, ese se declara en rebelión manifiesta contra Dios; por tanto, prefiere obedecer al mal espíritu y se convierte en enemigo de toda rectitud; por tanto, el Señor no tiene lugar en él, porque no habita en templos impuros.

38 De manera que si ese hombre no se arrepiente, y permanece y muere enemigo de Dios, las demandas de la divina justicia despiertan en su alma inmortal un vivo sentimiento de su propia culpa que lo hace retroceder de la presencia del Señor, y le llena el pecho de culpa, dolor y angustia, que es como un fuego inextinguible, cuya llama asciende para siempre jamás.

39 Y ahora os digo que la misericordia no puede reclamar a ese hombre; por tanto, su destino final es padecer un tormento sin fin.

40 ¡Oh todos vosotros, ancianos, y también vosotros, jóvenes, y vosotros, niños, que podéis entender mis palabras, porque os he hablado claramente para que podáis entender, os ruego que despertéis el recuerdo de la terrible situación de aquellos que han caído en transgresión!

41 Y además, quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales; y si continúan fieles hasta el fin, son recibidos en el cielo, para que así moren con Dios en un estado de interminable felicidad. ¡Oh recordad, recordad que estas cosas son verdaderas!, porque el Señor Dios lo ha declarado.

 ¿Cómo describirían ustedes hermanos la felicidad que tienen al obedecer a Dios?

El rey Benjamín definió claramente las consecuencias del pecado (véase Mosíah 2:36-40). Cuando una persona sabe 10 que está bien y no lo hace, no sólo quebranta la ley sino que se pone en oposición a Dios. De esa forma esa persona "se convierte en enemigo de toda rectitud" (Mosíah 2:37), siendo éste uno de los problemas del hombre natural (véase Mosíah 3:19). El testimonio del rey Benjamím y de todos los demás profetas es que una persona realmente se sirve a sí misma cuando sirve al Señor. El pecado lleva a la desdicha, al sufrimiento y a la pérdida del albedrío (véase 2 Nefi 2:27, 29; Alma 41:10; D. y C. 19:15-20).
El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) dio el siguiente y sencillo ejemplo de ese tipo de rebelión: “Recuerdo que un obispo me contó de una hermana que fue a pedir su recomendación. Cuando le preguntó si cumplía con la Palabra de Sabiduría, ella le contestó que de vez en cuando tomaba una taza de café, y dijo: ‘Ahora, obispo, usted no me va a impedir entrar en el templo por eso, ¿verdad?’. A lo que él contestó: ‘Hermana, estoy seguro de que usted no va a permitir que una taza de café se interponga entre usted y la Casa del Señor’” (véase Liahona, julio de 1990, pág. 66).

Hermanos y hermanas, la invitación constante del señor por medio de su profeta y apóstoles es que pongamos nuestras vidas en orden, que adaptemos nuestras vidas al evangelio y no el evangelio a nuestras vidas, no debemos jugar a que mandamiento obedecer y a cual no.

En el subtema de la lección leemos:

La salvación viene solamente “en el nombre de Cristo, el Señor”.

En este subtema que comprende el capítulo 3 de Mosíah,  el mensaje del rey Benjamín incluye profecías potentes y descriptivas sobre el nacimiento, el ministerio y el sacrificio expiatorio de Jesucristo.

El verso 7 dice:

7 Y he aquí, sufrirá tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir; pues he aquí, la sangre le brotará de cada poro, tan grande será su angustia por la iniquidad y abominaciones de su pueblo.

 

El élder Neal A. Maxwell (1926–2004), del Quórum de los Doce Apóstoles, describió el padecimiento que experimentó Jesucristo: “¡Imagínense a Jehová, el creador de éste y otros mundos, ‘asombrado’! Jesús era consciente de lo que tenía que hacer, pero no lo había experimentado. Nunca había sentido en carne propia el intenso y agotador proceso de una expiación. Así, cuando la agonía le sobrevino en toda su intensidad, ¡era mucho, muchísimo, peor de lo que aun Él, con su singular intelecto, pudo haber imaginado jamás! ¡No es de extrañar que haya aparecido un ángel para fortalecerlo! (Véase Lucas 22:43.)

“El peso acumulado de todos los pecados terrenales —pasados, presentes y futuros— cayó sobre aquella Alma perfecta, inmaculada y sensible. De alguna forma todas nuestras flaquezas y enfermedades también formaron parte de la espantosa aritmética de la Expiación (véase Alma 7:11–12; Isaías 53:3–5; Mateo 8:17). El angustiado Jesús no sólo suplicó al Padre que apartara aquella hora y copa de Él, sino que lo hizo con estas palabras tan pertinentes: ‘Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa’ (Marcos 14:35–36). “¿Acaso Jesús, siendo Jehová, no había dicho a Abraham: ‘¿Hay para Dios alguna cosa difícil?’? (Génesis 18:14). ¿No había dicho Su ángel a la perpleja María: ‘Porque ninguna cosa es imposible para Dios’? (Lucas 1:37; véanse también Mateo 19:28; Marcos 10:27; Lucas 18:27). “¡La súplica de Jesús no era dramatización! “En esa situación extrema, ¿esperaría Él, tal vez, que apareciera la zarza con el carnero del rescate? No lo sé. Su sufrimiento —que era, por así decirlo, enormidad multiplicada por infinidad — provocó más tarde el clamar de Su alma en la cruz, un clamor de desamparo (véase Mateo 27:46.) “Aun así, Jesús mantuvo esa sublime sumisión, tal como había demostrado en Getsemaní: ‘Pero no sea como yo quiero, sino como tú’ (Mateo 26:39)” (véase Liahona, julio de 1985, págs. 69–70). •       

Un comentarista escribió que lo que el Salvador sufrió fue el peso total de la consecuencia de la Caída: “Jesús sabía que la espantosa hora de Su más profunda humillación había llegado, que desde ese momento hasta que sonara aquel gran clamor con el que expiró, nada le quedaba en la tierra que no fuera la tortura del dolor de cuerpo y la intensidad de la angustia de mente. Todo el sufrimiento que la anatomía humana es capaz de tolerar estaba por desatarse sobre Su cuerpo desfalleciente; toda miseria que el insulto cruel y desmoralizador puede imponer había de oprimir Su alma; y en este tormento de cuerpo y agonía de alma, aun la serenidad sublime y radiante de Su divino espíritu había de sufrir un eclipse breve pero terrible. El dolor en su más punzante ardor, la vergüenza en su más abrumadora brutalidad, toda la carga del pecado y el misterio de la existencia del hombre en su apostasía y caída, todo esto, acumulado de la forma más inexplicable, era lo que ahora debía enfrentar” (F. W. Farrar, The Life of Christ, Londres: Cassell and Co., 1874, páginas 622–623; citado por Bruce R. McConkie, The Mortal Messiah, Book 4, 1981, pág. 126).

Mis queridos hermanos y hermanas en otras ocasiones e pedido saber qué es lo que piensan de las lecciones y de ciertas escrituras, pero muy pocos han dejado sus comentarios.

En esta ocasiones vuelvo a preguntar ¿Que hemos aprendido sobre como el salvador lleva a cabo el plan de salvación? Quiero leerlos hermanos, dejen sus comentarios para que los que vienen después de ustedes lean su testimonio y sepan que este es el camino que los llevara de regreso al hogar celestial. Si no lo hacen no importa para mí, pero diré algo que no es mi palabra, ni mi doctrina y es (en cuanto lo hiciste a uno de mis hermanos más pequeños a mí lo hiciste).  Metafóricamente somos los mayores pues tenemos el evangelio y se supone que podemos ver el camino.

Leemos en Mosíah 3:18–19

Libro de Mormón

18 Pues he aquí, él juzga, y su juicio es justo; y el niño que muere en su infancia no perece; mas los hombres beben condenación para sus propias almas, a menos que se humillen y se vuelvan como niños pequeños, y crean que la salvación fue, y es, y ha de venir en la sangre expiatoria de Cristo, el Señor Omnipotente, y por medio de ella.

19 Porque el hombre natural es enemigo de Dios, y lo ha sido desde la caída de Adán, y lo será para siempre jamás, a menos que se someta al influjo del Santo Espíritu, y se despoje del hombre natural, y se haga santo por la expiación de Cristo el Señor, y se vuelva como un niño: sumiso, manso, humilde, paciente, lleno de amor y dispuesto a someterse a cuanto el Señor juzgue conveniente infligir sobre él, tal como un niño se somete a su padre.

Queridos hermanos y hermanas las palabras natural o por naturaleza, como se usa comúnmente, se refieren a una parte inherente de nuestra identidad, a algo con lo que nacemos. Sin embargo, en las Escrituras natural quiere decir caído o pecaminoso. Aunque nacen siendo inocentes (véase D. y C. 93:38), por la caída de Adán todos los hombres llegan a un mundo caído y a un estado de muerte espiritual (véase Alma 42:9), separados de la presencia de Dios. Puesto que conocen el bien y el mal (véase Moisés 4:11; 5:11) y viven en este estado imperfecto, todos pecan (véanse Romanos 3:23; 1 Juan 1:8, 10) y experimentan como resultado una “caída” propia (véase Moisés 6:49, 55). En otras palabras, uno se convierte en un “hombre natural” por causa de transgredir la ley de Dios (véanse Alma 42:10, 12; D. y C. 20:20). Por tanto, el hombre natural es enemigo de Dios (véase Mosíah 3:19   ) hasta que al vivir los mandamientos de Dios califica para recibir la influencia purificadora de la Expiación (véase Mosíah 3:11–12, 19   ). •    

El            rey         Benjamín            enseñó que        para       despojarnos      del         hombre natural debemos someternos al influjo del Santo Espíritu (véase Mosíah 3:19   ). En un discurso de conferencia, el élder Neal A. Maxwell habló sobre cómo podemos lograr esa tarea: “La rectitud, la adoración, la oración y el estudio personales de las Escrituras son sumamente esenciales para ‘[despojarnos] del hombre natural’ (Mosíah 3:19)” (véase Liahona, enero de 2001, pág. 44).

Analizando lo que quiere decir     ser santo, el élder Quentin L. Cook, del Quórum de los Doce Apóstoles citó la siguiente definición y después dio ejemplos de cosas de las que debemos alejarnos: “En griego, la palabra santo da a entender la idea de ‘apartado [y] separado’ [en Daniel H. Ludlow, editor, Encyclopedia of Mormonism, cinco tomos, 1992, tomo III, pág. 1249]. Si vamos a ser santos en nuestros días, debemos alejarnos de la conducta malvada y de los fines destructivos que imperan en el mundo. “Se nos acosa con imágenes de violencia e inmoralidad. La música inapropiada y la pornografía se toleran cada vez más; y el uso de las drogas y del alcohol está fuera de control. Se hace cada vez menos hincapié en la honradez y en la buena reputación. Se exigen los derechos individuales pero se desatienden los deberes, las responsabilidades y las obligaciones. Ha aumentado el lenguaje grosero y la ostentación hacia lo despreciable y vulgar. El adversario ha sido implacable en sus esfuerzos por destruir el plan de felicidad. Si nos apartamos de esa conducta mundana, tendremos el Espíritu en nuestra vida y experimentaremos el gozo de ser Santos de los Últimos Días dignos” (véase Liahona, noviembre de 2003, págs. 95–96).

El      presidente Henry B.    Eyring,       de     la      Primera     Presidencia, enseñó sobre la forma en que volverse “como un niño” (Mosíah 3:19) nos lleva a estar a salvo espiritualmente: “El rey Benjamín pone en claro que podemos… cambiar nuestro estado natural mediante la expiación de Jesucristo. Ésa es la única forma de edificar sobre el fundamento seguro y de permanecer firmes en la rectitud durante las tempestades de la tentación. “El rey Benjamín describe ese cambio con una hermosa comparación, de la que se han valido los profetas desde hace miles de años, y el Señor mismo, la cual es: que podemos y debemos volvernos como un niño… como un niño pequeñito. “Para algunas personas, eso no será fácil de comprender ni de aceptar. A la mayoría de nosotros nos gusta ser fornidos, por lo que podríamos considerar que ser como un niño equivaldría a ser débiles…

“Pero el rey Benjamín, que comprendía tan bien como cualquier mortal lo que significa ser hombre de fortaleza y de valentía, pone en claro que ser como un niño no es ser infantil, sino que es ser como el Salvador, que pidió a Su Padre en oración fortaleza para poder hacer Su voluntad, y entonces la hizo. Nuestro estado natural tiene que cambiar para volvernos como un niño y adquirir la fortaleza que debemos tener para estar a salvo en los momentos de peligro moral… “Estamos a salvo sobre la roca que es el Salvador si nos hemos sometido con fe a Él, si hemos respondido a la orientación del Santo Espíritu para guardar los mandamientos el tiempo suficiente y con la fidelidad suficiente para que el poder de la Expiación haya efectuado un cambio en nuestro corazón. Una vez que, mediante esa experiencia, nos hayamos vuelto como un niño en nuestra capacidad de amar y de obedecer, nos encontramos en el fundamento seguro. “Del rey Benjamín aprendemos lo que podemos hacer para llegar a ese lugar seguro. Pero hay que recordar que las cosas que hacemos son los medios y no el fin de lo que deseamos lograr. Lo que hacemos permite que la expiación de Jesucristo nos cambie a lo que debemos ser. Nuestra fe en Jesucristo nos lleva al arrepentimiento y a guardar Sus mandamientos. Obedecemos y resistimos la tentación cuando seguimos la inspiración del Espíritu Santo. Con el paso del tiempo, nuestro estado natural cambiará y nos volveremos como un niño pequeñito, obedientes a Dios y más llenos de amor. Ese cambio, si hacemos todo lo que debemos por conservarlo, nos hará merecedores de recibir los dones que vienen por medio del Espíritu Santo. Entonces, nos encontraremos a salvo sobre la única roca segura” (Liahona, mayo de 2006, págs. 15–16).


Hermanos, llegamos al final de esta lección de apoyo de ven, sígueme.

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Y bueno hermanos, nos vemos en el siguiente video.


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