HAGAMOS CUENTAS PAPAS.
Hoy deseo hablar sobre los padres. ya que todos deberíamos ser como nuestro padre celestial.
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Los padres son fundamentales en el divino plan de felicidad y deseo alzar mi voz de aliento a todos los que se esfuerzan por cumplir bien con ese llamamiento. Alabar y alentar la paternidad y a los padres no supone avergonzar ni excluir a nadie.
Ya que las hermanas también tienen un papel importante en el hogar.
Hoy simplemente me centro en el bien que los hombres pueden hacer en las más elevadas de las responsabilidades masculinas: ser esposo y padre.
Como Iglesia, creemos en los padres. Creemos en el “ideal del hombre que pone a su familia en primer lugar”. Creemos que “por designio divino, el
padre debe presidir la familia con amor y rectitud y es responsable de proveer las cosas necesarias de la vida para su familia y de proporcionarle
protección” . Creemos que, en sus deberes complementarios, “el padre y la madre, como compañeros iguales, están obligados a ayudarse el uno al
otro”. Creemos que, lejos de “estar de más”, los padres son únicos e irremplazables.
A los hombres la paternidad nos expone a nuestras debilidades y necesidad de mejorar. La paternidad requiere sacrificio, pero es una fuente de
satisfacción incomparable, aun de gozo. Reitero que nuestro Padre Celestial es el modelo definitivo, que tanto nos amó a nosotros, Sus hijos procreados
como espíritus, que nos dio a Su Hijo Unigénito para nuestra salvación y exaltación. Jesús dijo: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su
vida por sus amigos”. Los padres manifiestan ese amor conforme pasan su vida día tras día, trabajando para servir y mantener a su familia.
ESTA PARTE DEL VIDEO VA DIRIGIDA A LOS QUE SOMOS HIJOS AUN SIENDO PADRES.
VAMOS HACER CUENTAS PAPÁS.
En una ocasión un joven que tenía todo el apoyo de sus padres concluyó su carrera y se convirtió en un gran profesional.
Sus padres habían gastado una buena fortuna en su educación, y se habían quedado con poco dinero. Sólo vivían con lo que su negocio les daba.
Tiempo después empezaron los problemas económicos para aquel matrimonio, la señora se enfermó de gravedad y requería mucho dinero para su atención
médica.
El señor estaba desesperado porque no podía reunir ésa importante suma ni aún con préstamos.
Estaban a punto de vender su negocio e hipotecar todas sus tierras, cuando de pronto se acordaron de su hijo.
Llamaron al muchacho por teléfono y él acudió de inmediato.
_ No se preocupen padres míos, les daré un préstamo. No importa la cantidad, cuando mi mamá sane haremos cuentas.
El joven no escatimó su dinero y les hizo un préstamo con una cantidad exorbitante de dinero.
La señora fué al mejor hospital y sanó.
El matrimonio muy contento abrazó a su hijo dándole las gracias.
Pero no fueron los únicos problemas, el matrimonio siguió enfrentando adversidades pero siempre contaban con el apoyo de su hijo.
Los señores según pasaba el tiempo se fueron endeudando más con su hijo, hasta llegar a una cantidad muy difícil de pagar, situación que los preocupaba.
Ya no querían pedir más dinero a su hijo, pero las circunstancias los obligaban.
Tiempo después el hijo se casó, y su esposa le pedía que ya no prestara más dinero a sus padres y que les cobrara el que le debía.
El joven accedió y acordó ir con su esposa un determinado día a hablar con sus padres para hacer cuentas sobre su deuda.
Les avisó a sus padres la fecha para ir a visitarlos. Ésto preocupó más a los señores.
Llegó el día de la visita, el muchacho y su esposa llevaron a sus padres al despacho para hablar largo y tendido.
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_Papá, mamá, antes que nada buenos días. Tomen asiento por favor, una calculadora, lápiz y papel. Vamos a hacer cuentas.
Los señores estaban muy tensos y pálidos ante tal crítico momento.
El muchacho empezó a hacer cuentas:
_Gastos médicos que ustedes hicieron hace varios años cuando yo nací.
_Gastos de pañales, leche, ropa, sonaja, etc. hechos por ustedes.
_Gastos de ropa, manutención y educación. Estudios que pagaron desde que estaba en el Jardín de niños, primaria, bachillerato y universidad.
_Gastos médicos cuando me enfermaba.
_Juguetes, dulces, galletas y demás gastos que hacían para sofocar mis berrinches cuando niño.
_Dinero para mis recreos.
_Mis domingos, ropa, zapatos, y dinero que me daban para ir al cine con una chica cuando joven.
El muchacho siguió desglosando una lista interminable de beneficios recibidos por sus padres.
Ésto molestó demasiado a su esposa, quien intervino con un tono de voz elevado.
_¿No se supone que venimos a cobrar el dinero que te deben? ¿Te has vuelto loco?
El muchacho siguió hablando con sus padres con voz más firme y decisiva.
_Después de hacer cuentas, papás, pueden quedarse tranquilos, la deuda queda saldada, no me deben ni un sólo centavo, todo lo contrario,
yo les quedo debiendo.
Gracias a ustedes soy lo que soy, y ésa es una deuda impagable que tengo con ustedes.
El joven abrazó a sus padres y se despidió de ellos notificándoles que siempre contarán con él, mientras esté en sus posibilidades.
Los señores invirtieron en su hijo y ahora estaban cosechando los frutos. Se convirtió en su ayuda permanente y seguro de vida.
La esposa del muchacho estaba muy enojada, tanto que amenazaba a su marido de ir ella personalmente a cobrar su deuda.
_Comprende, amor. A los papás NO les podemos cobrar ninguna deuda porque a fin de cuentas nosotros les debemos más a ellos.
_Pero ya eres casado y acuérdate que estamos esperando un hijo. Ése dinero lo vamos a necesitar, además tienes planes para comprar vivienda.
¿no me dijiste ayer
que ya no tenemos mucho dinero?
_Tranquila amor, Dios proveerá.
Si Dios nos bendice con un hijo es porque sabe que vamos a poder sacarlo adelante, Él es justo y no nos va a dar a alguien si no lo vamos a
poder mantener. Dios ama a los niños y no quiere verlos sufrir.
Al ayudar a nuestros padres no estamos haciendo más que devolviendo un poco de lo que ellos hicieron por nosotros.
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Puedo ser un mal esposo y un mal padre porque apenas voy iniciando, pero ser un buen hijo no cuesta nada.
_Pero dijiste que íbamos a cobrar a tus papás.
_Momento, yo jamás dije que iríamos a cobrar, sino a hacer cuentas.
Hijos no olviden devolver de lo que recibieron.
REFERENCIAS:
Padres Por el élder D. Todd Christofferson
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